La escuela de Canuanã está ubicada en Formoso do Araguaia, en el estado nordestino de Tocantins. Cuenta con unos 800 alumnos a partir de los siete años de edad y se encuentra en un predio de 2.549 hectáreas rodeadas por la selva tropical.

El complejo está dividido en dos sectores iguales, uno para niñas y otro para niños. Los alumnos provienen de zonas remotas del país,algunos viajan muchas horas en bote.

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

El edificio funciona como internado y está hecho principalmente de madera encolada. Además, cuenta con tres amplios patios con jardines.

Los dormitorios en el campus de la escuela, que rodean esos jardines, se distinguen individualmente por paneles de puertas con un patrón único.

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

Las habitaciones están ventiladas con ladrillos perforados, que están hechos a mano en el lugar, y cuentan con muebles especialmente diseñados, de acuerdo con el sitio web de Riba.

(Foto: Cristobal Palma)

(Foto: Cristobal Palma)

Otro desafío fue el clima tropical de la zona, con la temperatura del verano a mediados de los 40 grados. El gran techo proporciona sombra y el espacio entre el interior y el exterior creó un espacio intermedio cómodo sin necesidad de aire acondicionado.

(Foto: Cristobal Palma)

(Foto: Cristobal Palma)

También se utilizaron bloques de tierra hechos a mano en el lugar, elegidos por sus propiedades térmicas, técnicas y estéticas y por respetar el ambiente y las tradiciones constructivas de la zona.

El proyecto fue financiado por la Fundación Bradesco, que brinda educación para niños en comunidades rurales de todo Brasil.

(Foto: Leonardo Finotti)(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

Los arquitectos trabajaron con los niños para identificar sus necesidades y deseos para su escuela y crear un lugar en el que pudieran desarrollar un fuerte sentido de pertenencia y sentirse como en casa.

Además de los espacios privados, los espacios públicos fueron diseñados para ofrecer un amplio espacio para que los alumnos estudien, jueguen y se relajen.

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

Una serie de escaleras escultóricas de madera se conectan al nivel superior de pasillos y balcones, que brindan vistas de todo el sitio y de los patios.

(Foto: Leonardo Finotti)(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

«Tratamos de crear un nuevo sentimiento y una interpretación contemporánea de las formas tradicionales de construir en esta área de Brasil», dijo Gustavo Utrabo, un arquitecto de Aleph Zero, quien destacó además que estaban mejorando la calidad de vida de los niños.

Esa mejora se refleja en los resultados escolares, con una tasa de deserción de apenas del 2 por ciento anual, por debajo de la media nacional del 11 por ciento.

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

(Foto: Leonardo Finotti)

No es la primera vez que «Ciudad de los niños» gana un importante premio de arquitectura. El proyecto ganó en 2017 el Premio de Arquitectura del Instituto Tomie Ohtake AkzoNobel y la plataforma de arquitectura Arch Daily lo distinguió como el Mejor Edificio de Arquitectura Educativa del Mundo de 2018.